martes, 5 de marzo de 2013

Quiqui-car

¡Buenos días queridos y queridas! 

La anécdota de hoy va sobre algo que todos sabemos y hemos experimentado, pero que no me había parado a analizar hasta que abrimos nuestro queridísimo Blog sobre el day by day: echar un polvo en el coche.

¡Madre de Dios bendito, qué cosa más incómoda! Sí, todos lo sabíamos, pero viendo ahora las cosas desde la perspectiva de Loló queda confirmadísimo, ¡no hay sitio peor! Da igual la voluntad que le pongas al tema que tu estas ahí, entrando en situación, y millones de factores externos te distraen e interrumpen. Otros coches que paran en el mirador, una moto andrajosa que suena a jubilación, algún inoportuno que le da por mear en un árbol próximo, un jabalí aparecido de la nada... 

Pero no pasa nada. Tu te has mentalizado de que vas a pinchar, ¡y vas a pinchar! Entonces llega el momento 'quitarse la ropa', la situación más complicada y ridícula sobre la faz de la tierra. Es imposible quitarse la camiseta de forma decente cuando te choca un codo contra el techo, el otro se te queda atrapado entre la ventanilla y el cabezal del asiento ¡y se te han enredado las piernas con partes de tu coche que no sabías ni que existían! Pero dentro de lo que cabe, la camiseta es fácil. Lo peor es quitarse los pantalones... ¿Cómo es eso de aguantar todo tu peso con la nuca apoyada en el sillón y desabrocharte los pantalones en plan 'anuncio Special K-antes de la dieta'? Pero peor es gritar: "¡estiraaaaaa!" porque por ti mismo no te los puedes bajar, porque básicamente el cuerpo humano no está diseñado para alcanzar esa clase de posturas... ¡No somos plastelina! 

Pero todavía no ha llegado lo peor. Tu has conseguido desnudarte, con todo menos dignidad, mientras te pegas cabezazos y te clavan el codo en las costillas, y te dispones a entrar en acción. Mi pregunta es, ¡¿Cómo?! ¡Hagas lo que hagas, en la postura que lo hagas, te vas a hacer daño! Porque si lo pruebas medio estirado te da la tortícolis, se te clava la maneta de la ventanilla en el cuello y el sillón del copiloto te impide moverte al ritmo adecuado. Dicen que lo mejor es sentados, pero para mí que pegarse porrazos a mansalva contra el techo es cualquier cosa menos cómodo... Y si te pones creativo lo único que consigues es alguna pose extraña en la que te clavarás en el costado el freno de mano, se te atrapará la pierna entre el sillón del copi y la puerta, o te dará una rampa en la pelvis que verás las estrellas y gritarás, pero no precisamente de placer... 

Incómodo, sí, pero tu lo consigues. Y es que somos así de masoquistas y de viciosos... Lo consigues a pesar de hacerte daño, a pesar del frío, a pesar del jabalí y a pesar de que aparezca la poli y tengas que vestirte a la velocidad de un fugitivo... ¿Qué queréis que os diga? Llamadme clasicorro, ¡pero no hay nada como una cama para echar un buen polvo! 

¡Qué paséis un buen día! 


Loló :)

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